
La relación entre lo vernáculo y lo moderno ha sido un tema central en los estudios sobre la construcción del entorno humano, pues ambos conceptos reflejan la manera en que las sociedades se adaptan, evolucionan y reinterpretan sus prácticas a lo largo del tiempo. Aunque suelen concebirse como opuestos, lo vernáculo, profundamente arraigado en las tradiciones locales y el contexto geográfico, y lo moderno, asociado al progreso, la innovación y la ruptura con el pasado, son categorías que no solo se encuentran en constante interacción, sino que también revelan una rica interdependencia. Este análisis busca explorar cómo estas nociones se han transformado, influenciado y enriquecido mutuamente a través de la historia, y cómo su relación sigue siendo relevante para los retos contemporáneos.
Desde los orígenes de la humanidad, el acto de habitar y construir ha sido un reflejo de las condiciones culturales, económicas, geográficas y tecnológicas de cada sociedad. Las primeras construcciones vernáculas, basadas en la experiencia empírica y el conocimiento transmitido de generación en generación, se caracterizaron por su capacidad de integrarse armónicamente al entorno natural y responder a las necesidades básicas de las comunidades. Este enfoque local y adaptativo permitió a los pueblos desarrollar prácticas sostenibles y espacios cargados de identidad cultural. Sin embargo, con la llegada de la modernidad, un paradigma marcado por la universalidad, la estandarización y el funcionalismo, surgió una visión que a menudo contrastaba con las tradiciones vernáculas, cuestionando su relevancia frente a los ideales de progreso y desarrollo.
A lo largo del tiempo, la modernidad se consolidó como una fuerza transformadora que, al igual que lo vernáculo, moldeó las maneras de habitar y construir. Su énfasis en la ciencia, la tecnología y la racionalidad promovió la innovación en técnicas y materiales, pero también trajo consigo procesos de homogeneización que pusieron en riesgo la diversidad cultural y ambiental inherente a las prácticas vernáculas. No obstante, en lugar de concebir estas dos perspectivas como mutuamente excluyentes, es crucial comprenderlas como fuerzas interrelacionadas que han generado hibridaciones culturales, sociales y constructivas.
El estudio de esta intersección entre lo vernáculo y lo moderno resulta esencial en un contexto globalizado, donde las tradiciones locales no solo deben adaptarse a las dinámicas globales, sino también responder a los desafíos contemporáneos, como el cambio climático, el deterioro ambiental, y la pérdida de identidad cultural. La hibridación entre ambas perspectivas, planteada por teóricos como Néstor García Canclini y Homi Bhabha, ofrece un marco valioso para entender cómo las prácticas locales pueden dialogar con las exigencias de un mundo globalizado, generando nuevas formas de habitar que sean inclusivas, sostenibles y respetuosas con el contexto.
En este trabajo, se aborda específicamente cómo las prácticas constructivas vernáculas han evolucionado en diálogo con lo moderno, poniendo especial énfasis en la técnica de la tapia de piedra pómez utilizada en Tepeyahualco, Puebla. Este caso de estudio permite analizar cómo una práctica profundamente arraigada en la tradición local se ha transformado mediante la incorporación de elementos modernos, revelando las múltiples formas en que lo vernáculo y lo moderno se negocian y se reinterpretan en la actualidad.
Así, esta investigación no pretende idealizar el pasado ni abogar por un regreso nostálgico a las tradiciones, sino proponer un análisis crítico de cómo estas pueden ser resignificadas en un marco contemporáneo. Más allá de una dicotomía entre lo local y lo global, se busca explorar cómo estas dimensiones se interrelacionan para construir un entorno que no solo responda a las necesidades materiales, sino que también preserve los valores culturales, la identidad y el sentido de pertenencia de las comunidades. Al hacerlo, se busca contribuir a un entendimiento más profundo del papel que juega la arquitectura vernácula en la configuración de nuestro presente y en la proyección de un futuro más sostenible y equitativo.
Este enfoque nos invita a reflexionar sobre la manera en que las prácticas vernáculas y modernas pueden coexistir, no como elementos opuestos, sino como partes de un continuo dinámico. En este sentido, la investigación sobre la arquitectura vernácula desde las condiciones de la modernidad abre una puerta hacia nuevas narrativas que valoran la diversidad, la adaptabilidad y el equilibrio entre las demandas locales y globales.






