
Durante mucho tiempo, la “azotea” de un edificio tuvo una connotación distinta. Hoy en día, esos espacios elevados se han transformado en miradores panorámicos, áreas de descanso y puntos de encuentro. Pabellón San Mateo responde precisamente a la intención de redefinir el uso de estos espacios situados por encima de lo habitable.
Inspirada en la estructura de un barco, con quillas y cuadernas, la cubierta se posa sobre los dos muros paralelos existentes. Este espacio horizontal, amplio y abierto, permite una circulación fluida de extremo a extremo, invitando tanto a la contemplación como a la convivencia. La cubierta a dos aguas revela su esqueleto interior, mientras que, en su exterior, se presenta como una caja de cristal transparente.
La necesidad de cerrar completamente el interior se resuelve con un frontón de acero, que remata la estructura y permite integrar una cancelería de perfiles delgados y ligeros. Los jardines en los extremos se llenan de vegetación, proporcionando privacidad, protegiendo del viento y ofreciendo una transición fluida hacia el paisaje montañoso circundante.






















